domingo, 26 de octubre de 2008

Me encontró



Después de andarlo buscando durante mucho tiempo lo encontré. Fue un día de esos en que el sol salió por el oriente y mi despertador sonó 5 minutos antes de que el sueño se me terminara. Uno de esos días en que el desayuno no estaba en la mesa y las mascotas no habían comido aún. Fue un día que recuerdo porque desperté por el lado correcto de la cama. Igual que el resto de los días no tenía ropa limpia, así que saqué desde el fondo del closet la ropa que jamás me pongo, esa que uno usa cuando va al mar o de viaje o a algún lugar donde nadie conocido lo ve vestido así. Me vestí de verde, algo bueno debía pasar.

Salí a buscarlo y lo encontré. Ahí estaba, donde estuvo desde hace años, pero ese día lo busqué. Cuando salí de donde lo encontré le dije a quien me acompañaba que quizá lo había encontrado. Lo busqué, lo encontré y no me dí cuenta. Debí haberlo notado cuando me alcanzó en mi auto, cuando su primo además me preguntó en su nombre si tenía a alguien. No me dí cuenta.

Tampoco me dí cuenta cuando nos quedamos solos en la noche y comimos tamales gratis, ni cuando me llevó a mi casa y lo invité a pasar, ni cuando enterró mi gallina de guinea asesinada por mis perras, ni cuando me abrazó, ni cuando me beso, ni cuando al día siguiente a todo el mundo me presentó como suya, ni cuando lo intenté horrorizar con mi historia y me dijo que prefería morir en el intento. No me dí cuenta.

Si me hubiera dado cuenta, habría interpretado distinto cuando detuvo el coche en la madrugada solo para ver la luna salir, yo creí que me quería toquetear. Le habría abierto la puerta el día que tocó durante 2 horas y fingí no escuchar. Habría dicho sí cuando preguntó si quería tener un hijo con él. Seguro hubiera notado que tenía la capacidad de hacerme feliz y se lo habría permitido. Hubiera aceptado entonces conocer a su familia y amigos. Viajar con él, vivir con él, besarlo la última vez que lo intentó. Pero lo encontré y no me dí cuenta.

Si tan sólo los errores se pudieran corregir, si la vida me hubiera dado más tiempo, si ese día cuando volví de la escuela mi mamá no me hubiera dicho que murió. Si hubiéramos tenido más tiempo podría haberle dicho que lo encontré, aun cuando él siempre lo supo. Y aún entonces yo no lo sabía.

Lo supe hace poco cuando me empezó a hacer falta como amigo, como hombre, como pareja, como compañero de vida. Cuando después de muerto se encargó de darme mi lugar. Cuando ahora sus amigos se volvieron míos, su familia se detiene al verme y me hablan con respeto, y en silencio nos damos un abrazo que representa el dolor mutuo y la ausencia. Entonces me dí cuenta.

Al celebrar la unión de los amigos que ahora serían nuestros y jamás serán solo míos, al darme cuenta lo felices que seríamos, al no haber vuelta atrás. Finalmente me dí cuenta que lo encontré, y ya no está.

Me sigues demostrando que estás, que no te has ido, que me cuidas, pero no es mi tiempo aun. No sé si algún día voy a ser feliz, si me voy a reponer de tu partida y aun cuando lo único que quiero es volver a estar contigo, no es nuestro momento de volvernos a encontrar. Ya sé que te encontré y me encontraste, pero habrá que esperar para que nos volvamos a dar cuenta.

jueves, 2 de octubre de 2008

A 40 años de…

¿Cuál 68?

El que no se olvida, el de la historia no prescribe, el del Alzheimer. El de ganamos libertad de prensa, de prensa que nos dice verdad a conveniencia. El de la sangre derramada y a 40 años aun no pasa nada. El de miles de estudiantes (tan malos) muertos. El de seremos escuchados. El de Queta Basilio y la antorcha Olímpica. El de nuestros padres y maestros desencantados; no anden de revoltosos, dedíquense a estudiar. El de ahora: ya no creo, ya no quiero, ya no voto, ya me vale madres, ya pa’qué. El de la nostalgia, de levantar la vos hace tiempo y callar ahora en nuestro México lleno de globalización y post modernismo. El de llovían y no han parado de llover granadas y granaderos. El de Olimpiadas que unen al mundo en un símbolo de paz. El de los cientos de libros que tocan el tema y se venden bien y taquillas abarrotadas de rojo amanecer. El de este año cumplí porque fui a marchar, prendí veladora, vi la película en la tele, lo siento tanto como ustedes (nací 14 años después). El de no queda más que pararnos a gritar encuerados en el centro, igual y así si nos oyen. El de yo formé parte del movimiento pero ese día no estaba en la ciudad, cumplía años mi mamá, llegué tarde, me quedé dormido; pero si estaba con los compañeros. El de nada cambió. El de a 40 años jamás pasó nada. El de habrá que festejar, celebrar, conmemorar, recordar, hablar y hartarnos mediáticamente de la matanza estudiantil de 1968. Y no se olvida.