Los años han pasado, muchos, tantísimos. La distancia es y siempre ha sido abismal entre nosotros. Sin embargo cada vez que suena mi teléfono y eres tú maquinando un encuentro, empiezo a volverme loca. Tu mirada revisándome, escudriñándome como si quisieras asegurarte que enserio soy yo, la de siempre. Verte mirándome y tocándome y escondiéndonos como siempre. Riéndonos, jugando y por supuesto como debe de ser despedirnos después de una terrible pelea. Entonces sólo queda esperar hasta la siguiente vez que suene mi teléfono.
domingo, 5 de mayo de 2013
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