lunes, 6 de mayo de 2013

Las cosas que se le meten a uno en la cabeza dan a pensar. Me levanto esta mañana con la esperanza un poco abajo y las intenciones muy arriba. Salgo al mundo a tomarlo por los cuernos de la luna y naturalmente me hiero las manos en el intento. Los recuerdos vienen y se instalan en mi. La esperanza mirando al frente me advierte la posibilidad de hacer las cosas bien esta vez. Los recuerdos me repiten que quizá me equivoqué varias veces, demasiadas. A canonizar a todos los culpables de este maldito sufrimiento injusto, la culpa es mía, no de ellos. Al prenderles una veladora a los nuevos santos me quemo los dedos y entonces recuerdo que no soy yo sino ellos los que se empeñaron en lastimarme, en hacerme daño, de la forma más cínica y deliberada. Son ellos los que me llevaron a tomar decisiones de supervivencia. Ningún santo, no. Si la vida me va a llevar a despertarme con ganas de ver al horizonte, debo dejar de ver atrás y empezar a mandar al infierno a los demonios, pues es ahí donde pertenecen. Ningún demonio es mio, ninguno me pertenece. Mañana, supongo mañana les daré una nueva oportunidad de subir al altar, a menos que esta vez mantenga la puerta cerrada.

domingo, 5 de mayo de 2013

Los años han pasado, muchos, tantísimos. La distancia es y siempre ha sido abismal entre nosotros. Sin embargo cada vez que suena mi teléfono y eres tú maquinando un encuentro, empiezo a volverme loca. Tu mirada revisándome, escudriñándome como si quisieras asegurarte que enserio soy yo, la de siempre. Verte mirándome y tocándome y escondiéndonos como siempre. Riéndonos, jugando y por supuesto como debe de ser despedirnos después de una terrible pelea. Entonces sólo queda esperar hasta la siguiente vez que suene mi teléfono.
Mi alma se ha vuelto una interesante sucursal del infierno. Debí poner atención a las historias épicas, ocultar la verdad siempre te llevará a estrellarte con el destino en la cara. Ahora ¿qué?
Qué hago aquí con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza. Recuerdo al viejo amigo que hace no mucho me dijo -los mejores años de tu vida- a lo que yo contesté -y los peores- después de una mueca aclaró -porque tu así lo decidiste-. Cuando a uno le dicen mierdas como esas no cabe más que pensar si es verdad o no. Llevo semanas sumida en esta cosa de pensar a dónde me llevaron mis decisiones y arrebatos que son los que me tienen hoy acá con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza. Casi matemáticamente he hecho todas las posibles combinaciones de los y si, en vez de. Con un montón de supuestos que además en su calidad de supuestos le quitan lo científico y comprobable al asunto. Lo que da como resultado un heme aquí.

En estos tiempos modernos de villanos y superheroes todos tenemos una maldita criptonita a la que somos suceptibles. La mia son los hombres, y antes de sonar a lugar común y a chiste barato de mujer postmoderna, empoderada y autosuficiente, debo aclarar que me refiero a mis ex novios. Tengo una magna colección de ex novios que pasado el duelo, el odio y el rencor se han vuelto los hombres en los que más confío, confidentes y amigos y por supuesto las personas que mejor me conocen, ergo tienen toda la calidad moral de ser mi paño de lágrimas, esto previo trámite carnal en el que recordamos que al menos en eso siempre la pasamos bien. Entonces claro con el adios, hasta pronto, hasta la siguiente vez que me rompan el corazón, siempre me quedo con una sensación de mierda en la boca, con la cabeza hecha un nudo y con el corazón en puntos suspensivos y signos de interrogación, con la ingenua duda del qué pasaría si lo volvieramos a intentar, acto seguido me vuelvo loca, mensajeo sin cesar hasta que el ex-mejoramigo-en turno huye despavorido, siempre hasta la siguiente vez.

Por tanto esta clásica rutina que acaba en una sucesión de malas decisiones me pone en un punto en el que siempre acabo preguntándome Qué hago aquí con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza.

sábado, 4 de mayo de 2013

Sin duda compartimos algo más que la historia y la sangre. Esa tu mirada sobre mi me vuelve adicta aunque yo me repita cada vez que esta sí es la última, casi 17 años así. La vida y nuestras decisiones nos han llevado lejos pero siempre queda ese algo que nos hace volver. Hace mucho que dejé de amarte y de odiarte, ahora sólo sé que las cosas son así, que en parte te sientes responsable de mi yo dejo que lo seas. Estar entre tus brazos siempre me hace sentir bien, es el momento preciso en que te echo en cara todas las cosas, tantito yo he dejado de hacerlo tan evidente y tantito tu accedes al juego perverso. Sé que pasará tiempo antes de volvernos a ver, pero siempre tengo la certeza de que cualquier día de estos sonará mi teléfono y escucharé tu voz invitándome a invitarte a vernos. Hasta entonces.

jueves, 2 de mayo de 2013

Nos vimos las manos como si fuera la primera vez. Dudamos, como si tuviéramos miedo. Quince años atrás no dudamos en revolcarnos hasta sudar. Sin embargo esta vez dudamos. Después de un rato dejamos de dudar. Nos besamos tanto que olvidamos lo que nos llevó ahí. Los besos nos consolaban. Ese par de corazones rotos parecían depronto repararse solos. Seguimos besándonos un poco más y más. Al final hablamos como hacía tiempo no lo hacíamos. Volvimos a ser amigos y cómplices. Y de esos besos sanadores nadie volverá a hablar.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Quiero llenarme de mierda la vida. Quiero tener muy presente tu imagen jodiéndome mientras era a otras a quienes te jodías. Quiero tener muy claro lo hijo de puta que eres. Sólo así no cometeré la estupidez de volver aceptar ningún tipo de contacto contigo. 

¡Que duela!

Segunda puerta a la izquierda, dijo el hombre en el pasillo. Segunda puerta a la izquierda me dije en voz alta. Segunda puerta a la izquierda, segunda puerta a la izquierda, segunda puerta a la izquierda... Hace un par de días hubiera duda, me hubiera sentado en la puerta, abrazando mis rodillas, meciéndome como en trance, habría recapacitado, me hubiera levantado, habría salido corriendo de ahí antes de ser vista.

Segunda puerta a la izquierda me repito y sin pensarlo entro.

Necesitaba verlo todo, saberlo todo, sentirlo todo para entonces no volver a sentir nada.

Ese día te maté y la maté a ella que representaba a todas, los maté. El revolver en el auto no fue accionado. Mi boca que tenía tanto por decir y maldecir tampoco. Mis ojos quedaron cauterizados en el preciso momento que abrí la puerta. Mi alma... ¿cuál alma?

Abrí la puerta para tener el pretexto de asesinarlos, para corroborar lo que siempre supe, que es lo mismo que tu siempre negaste y ante mis afirmaciones osabas llamarme loca. Quería que doliera que doliera mucho, entonces podría alegar defensa propia.

Al revolver sólo le falta una bala, se aloja en mi.