domingo, 5 de mayo de 2013

Qué hago aquí con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza. Recuerdo al viejo amigo que hace no mucho me dijo -los mejores años de tu vida- a lo que yo contesté -y los peores- después de una mueca aclaró -porque tu así lo decidiste-. Cuando a uno le dicen mierdas como esas no cabe más que pensar si es verdad o no. Llevo semanas sumida en esta cosa de pensar a dónde me llevaron mis decisiones y arrebatos que son los que me tienen hoy acá con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza. Casi matemáticamente he hecho todas las posibles combinaciones de los y si, en vez de. Con un montón de supuestos que además en su calidad de supuestos le quitan lo científico y comprobable al asunto. Lo que da como resultado un heme aquí.

En estos tiempos modernos de villanos y superheroes todos tenemos una maldita criptonita a la que somos suceptibles. La mia son los hombres, y antes de sonar a lugar común y a chiste barato de mujer postmoderna, empoderada y autosuficiente, debo aclarar que me refiero a mis ex novios. Tengo una magna colección de ex novios que pasado el duelo, el odio y el rencor se han vuelto los hombres en los que más confío, confidentes y amigos y por supuesto las personas que mejor me conocen, ergo tienen toda la calidad moral de ser mi paño de lágrimas, esto previo trámite carnal en el que recordamos que al menos en eso siempre la pasamos bien. Entonces claro con el adios, hasta pronto, hasta la siguiente vez que me rompan el corazón, siempre me quedo con una sensación de mierda en la boca, con la cabeza hecha un nudo y con el corazón en puntos suspensivos y signos de interrogación, con la ingenua duda del qué pasaría si lo volvieramos a intentar, acto seguido me vuelvo loca, mensajeo sin cesar hasta que el ex-mejoramigo-en turno huye despavorido, siempre hasta la siguiente vez.

Por tanto esta clásica rutina que acaba en una sucesión de malas decisiones me pone en un punto en el que siempre acabo preguntándome Qué hago aquí con toda esta mierda dándome vueltas en la cabeza.

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