viernes, 6 de diciembre de 2013

Antes del Alba

Una vez más me despierto en mitad de la noche deseando que me acaricies la espalda. Abro los ojos en medio de la oscuridad y casi puedo sentirte, casi real, casi conmigo. Lo malo del insomnio es que nos brota todo lo malo que habíamos olvidado. Te veo ahí como la primera vez, seduciéndome y convenciéndome de un montón de cosas que en verdad no quiero hacer y las hago. Puedo sentirte tocándome y exitándome con y sin mi consentimiento. Entonces viene a mi mente el preciso momento en que te eché de mi vida. ¿Recuerdas? Esa fue la última vez que me humillaste, la última vez que lo permití y la primera vez que te mandé al carajo. Me siento mojada y molesta y me vuelvo a dormir.

Toma Dos

Abro los ojos deseando que falte poco para el alba, ya no quiero seguir en la cama pero no me animo a levantarme y apenas son las 3. Tú me haces falta en la cama. Entonces te pienso, por más que me esfuerzo no puedo recordarte tocándome y eso que nunca parábamos de hacerlo. Te pienso con más fuerza, nunca me sentí tan enamorada, quizá por eso te perdoné la primera vez que me pegaste. Jamás viví tan intensamente, quizá por eso te perdoné la segunda vez que me pegaste. Teníamos tantos planes y queríamos hacer tantas cosas juntos, quizá por eso te perdoné la tercera vez, aquella en que me rompiste la nariz y me sacaste de la casa en mitad de la noche. Jamás me sentí tan mal, será por eso que un día finalmente te pedí que desalojaras el lugar que ocupabas en mi vida. Ahora me siento idiota y prefiero volver a dormir.

Toma Tres

Suena el despertador la primera de las cinco veces que debe sonar. Estoy agotada, muero de sueño. Tengo una sensación de ganas en el cuerpo y de hastío en el corazón. Sigo dormida cuando vuelve a sonar el despertador y me da tiempo de pensar en todas las malas decisiones que he tomado. ¿De quién es la culpa sino mía? Parpadeo y el despertador anuncia que ha pasado media hora. Pienso en el chico ocho años menor que me insiste para que salgamos. No. Empiezo una breve reseña de aquellos años en que a mis veinte y tantitos los hombres de más de cuarenta me buscaban y me ofrecían el cielo. No. Pienso en el colega del trabajo que me busca la mirada sólo para saludarme mientras me habla de usted. No. Pienso en los mensajes que llegaron de esos viejos amores en busca de recordar los viejos tiempos. No. Pienso en el primer hombre que me gustó cuando tenía 13 años y que era mucho mayor que yo. Pienso en el vecino que busca como toparse conmigo para saludarme siempre y cuando su esposa no ande cerca. Pienso en otro hombre. No lo sé, me da miedo. Me toco, un poco para asegurarme que todo sigue ahí y un poco para quitarme las ganas. Un segundo antes que suene el despertador pienso en las ganas que tengo de que unas manos me acaricien la espalda por debajo de la ropa.

No hay comentarios.: