martes, 18 de septiembre de 2007

Día tras día, sale Romina a la calle, a veces de día pero normalmente de noche. Cada vez como mirando al piso, como buscando algo. Romina ya perdió el miedo y de poco la memoria. Los secretos se quedan en el mismo lugar de los sentimientos enterrados que ya no se sienten. Sigue buscando. Entonces cada día al llegar a casa tiene algo mas claro, aun no sabe con exactitud que es, pero sabe que está cerca.

Romina de cuando sigue tejiendo y destejiendo pero ya no espera a su Ulises. Ya no espera nada, ni a nadie. A veces siente esa calma que no sabe como describir pues le fue ajena siempre. Le recorre el cuerpo y le produce al final un dejo de insatisfacción.

Romina no es que persiga al drama pero esta sensación de calma le resulta bastante desconocida. Entonces tendrá que aprender a vivir en paz, a salir a las calles no solo de noche, a dejar de buscar así como aprendió a dejar de esperar.

Romina no espera, no se angustia, no se distrae. Romina teje y desteje. Ahora por el puro placer de hacerlo.

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