martes, 11 de septiembre de 2007


De esos amores, de los que es impropio hablar en las reuniones, en la sobremesa. Este amor nuestro que ni está y que ni existe, que comienza cuando se va la luz y termina cuando sale el sol. Del de las pláticas muy largas queriéndonos convencer que somos el uno para el otro. Cuando incluso jugamos a sentirnos bien estando juntos, a querernos, a extrañarnos.

Es que al saludarnos es como si fuera la primera vez, al despedirnos sin duda la ultima. Siempre los primeros minutos y los últimos somos esos extraños que no tienen nada en común y que no nos interesa ni si quiera estar juntos, mero compromiso. A media noche, siempre, parecería que hemos estado juntos desde hace tiempo, por años. A veces cuando ni si quiera hablamos parecería mas cómodo, pero no de esos silencios que dicen todo, mas bien silencios que no dicen nada porque no hay nada que decirnos, porque estoy segura que ninguno de los dos sabemos por qué estamos juntos.

Por fortuna el ciclo se repite tantas veces. Siempre igual y siempre con espacio de algún tiempo. Siempre hola y mejor aun, siempre adiós.

1 comentario:

Letisha Carlop dijo...

Sí, de esos amores que se antojan y se maldicen...desde la montaña...