sábado, 3 de mayo de 2008

De los sueños despostillados.

De los sueños que se quedan en la almohada, mucho antes de ser soñados. Soy de sueños inconclusos, a medias. De los llenos de enojo y faltos de coraje. De los del mal estar para sentirse vivo, de los caducos. De los sueños espinosos, lacerantes, astillados. De los que no se atreven a ser soñados. Sueños que duelen, que no se cumplen, que no se sueñan, que no se mencionan, que jamás existieron.

Sueños mórbidos, difuntos, fúnebres. Sueños incapaces, con gillette oxidada en mano que no corta, ni cortará, nada. Sueños cobardes de soñadores inexpertos. Sueños míos regalados, dados en oferta.

Sueños que he soñado y abandonado. Sueños en orfandad delegados. Sueños que no tienen valor, ni tiempo, ni espacio, ni ganas. Sueños con complicaciones, absurdos, incumplidos. Sueños sustituibles por 100% algodón plisado.

Sueños no autorizados, clasificados, ordenados y archivados; en el muerto, por supuesto. Sueños incoloros, inanimados, imposibles. Sueños sin iniciativa, sin alas, sin motor, sin modo honesto de vida, sin pedigrí. Sueños a escondidas con toque de queda.

1 comentario:

Francisco A. Avila dijo...

En estos días me lo robo pa' Entre Comillas, pues mira!

Bexo.