domingo, 8 de diciembre de 2013

A pesar del carácter de voluntario en mi soledad, a veces pesa. Me pesa en las mañanas cuando nadie me invita a quedarme entre unos muy cómodos brazos y evadir mis responsabilidades. Pesa cuando llega la noche y me cae el cansancio y el desconsuelo encima, cuando no encuentro la salida y tantísimo dolor se condensa en mis ojos y rueda por mis mejillas. Cuando estiro la mano y nadie hay al otro extremo para sujetarme. Cuando al cabo de un gran día brindo sola los éxitos. Duele cuando no hay contra quién gritar las frustraciones. Se vuelve tan infinitamente absurda en la cama en la que estoy sola y aun así duermo en una orilla, como si alguien se fuera a colar en mitad de la noche a llenarme los vacíos. 

Soledad tan puta que se vende al mejor postor. Cínica soledad que te burlas en la cara. Absurda soledad que me he construido. Suerte de última torre en el castillo donde me he auto exiliado. Soledad ilusoria, irreal soledad

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