martes, 14 de agosto de 2007

Romina se ha decidido salir a la calle por primera vez después de tanto encierro y tanto luto. Se siente confundida mientras da pasos titubeantes en la calle que conoce desde niña. Le sorprende como nada ha cambiado y aun así siente que ha pasado años encerrada, un edificio mas o uno menos pero en general, hasta la gente sigue siendo la misma. Le sorprende, además, que nadie haya notado ni su ausencia ni ahora su presencia dubitativa. Con todos los sentidos muy atentos busca algo que indique para qué fue que salio en primer lugar.

Romnina sigue sus propios pasos, los que en primer lugar la llevaron al encierro. Evade los pensamientos y ese sin sabor que traen amontonados los recuerdos uno tras otro. Camina despacio, se vistió con su mejor ropa, nadie la nota y a nadie parece importarle.

Algo por dentro va cayendo y desapareciendo conforme camina, no se sabe si es ella misma o algo así como el cochambre que traía pegado en el corazón. Se detiene a tomar un café a media plaza y se da cuenta que finalmente es un buen día, aun no sabe que hará ni con su tiempo ni con su vida y mucho menos con los recuerdos que vienen cada vez menos pero amontonados. Lo único que tiene claro es que finalmente dio el primer paso fuera de casa, fuera del encierro y fuera de si misma. Algo bueno tendrá que venir.

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